UNA GRAMÁTICA POR NIVELES
Una gramática pedagógica que
atienda a las necesidades del destinatario tiene que ser una gramática por
niveles.
La gramática por
niveles debe ser progresiva y los contenidos se deben tratar dentro de un proceso
evolutivo. En un enfoque
progresivo, la mayor parte de los contenidos no se agota en un nivel
específico, sino que se va “arrastrando” a lo largo de todo el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Es decir, no solo se realiza una selección de los
contenidos para cada nivel, sino que cada contenido se gradúa también por
niveles, de tal manera que se produzca un efecto de bola de nieve o de castillo
de naipes: sobre una base inicial se va construyendo el contenido gramatical
nivel por nivel.
Por lo tanto,
muchos contenidos se tratan en todos los niveles. Otros, evidentemente no. Por
eso a la hora de abordar un contenido gramatical hay que tener en cuenta cuándo
se va a presentar (en qué nivel) y cuándo se agota (en qué nivel). Habrá
contenidos que se presenten en el nivel A y terminen en el nivel A (los menos),
contenidos que se presenten en el nivel A y se agoten en el nivel B, contenidos
que se presenten en el nivel A, continúen en el B y terminen en el nivel C y
contenidos que ni siquiera se presenten en el nivel A.
Antes de
abordar plenamente el nivel A, detengámonos unos instantes a reflexionar sobre
las dificultades que presenta la gramática del español, para posteriormente
analizar cuáles de estas dificultades son propias del nivel A. Si pensamos en
los grandes fantasmas que persiguen al aprendiente del español nos vienen a la
mente contenidos como: el subjuntivo, los tiempos del pasado, el pronombre
“se”, ser y estar, las preposiciones (por ejemplo, el contraste entre por y
para)…
La cuestión es
por qué son tan problemáticos estos contenidos, si es que realmente lo son,
pues a veces somos nosotros los que hacemos un problema de lo que no lo es.
No siempre
podemos llegar a entender por qué el no nativo tiene tantas dificultades en
aprender un contenido gramatical que en apariencia a nosotros nos resulta
sumamente sencillo. Recordemos lo que ya sabemos: la adquisición no depende
solo del grado de dificultad, digamos que cada contenido tiene su momento.
Sería estupendo que la Teoría de la Adquisición nos ofreciera más datos
fidedignos al respecto para poder hacer una programación perfecta y acorde con
cómo y cuándo se adquiere cada cosa, pero desafortunadamente hoy por hoy
sabemos poco y debemos guiarnos por nuestras intuiciones como hablantes
nativos, nuestro conocimiento de la lengua y, si la tenemos, nuestra
experiencia docente. No nos debe llevar a la frustración que un aspecto
debidamente tratado y practicado, sobre el que hemos vuelto veinte veces o más
no acabe de “calar hondo” en nuestros alumnos. No es que ellos sean unos
incapaces o unos holgazanes y tampoco es que nosotros seamos unos fracasados, a
veces, simplemente, sucede que la mente de nuestros destinatarios no está
preparada para adquirir ese aspecto y, a lo mejor pasará tiempo hasta que lo
adquiera. Por mucho que repitamos una y otra vez los pronombres personales
átonos del español, les veremos cometer errores hasta en el nivel C, y es
normal. Esto no quiere decir que abandonemos, sino todo lo contrario, cuanto
más input y más retroalimentación, más fácil será que se encienda esa chispa
que lleve a la adquisición.
Ahora bien,
nuestra experiencia y/o la de otros que nos preceden nos muestran que hay
contenido que a priori presentan grandes dificultades y en muchos casos podemos
dilucidar por qué.
Retomemos lo que
ya hemos aprendido acerca de las dos vertientes de todo contenido gramatical:
su forma y su uso. Pensemos en dónde radica la dificultad: ¿se debe a
cuestiones formales o se debe a cuestiones de uso? ¿O quizá tanto la forma como
el uso sean un problema?
Criterios para seleccionar y secuenciar contenidos
Ya hemos visto que
saber identificar dónde radica la dificultad de un contenido gramatical tiene
muchas aplicaciones pedagógicas, entre ellas, ayuda a seleccionar y secuenciar
los contenidos. El criterio de la dificultad siempre se ha tenido en cuenta a
la hora de establecer una selección y un orden en la presentación de los
contenidos: sobre aquello que es más sencillo vamos construyendo estructuras
más complejas.
Ahora bien, el
criterio de la dificultad no es el único ni necesariamente el prioritario.
Existen otros igualmente importantes:
1.
Frecuencia de uso
Consiste
en seleccionar los contenidos que se usan con más frecuencia en la
comunicación, no aquellos que son más sencillos.
2.
Rentabilidad
Conviene
no confundirlo con el anterior. Consiste en seleccionar y secuenciar los
contenidos de acuerdo con lo rentables que sean en el uso. Es decir, si un
contenido de gramatical es complejo pero me sirve para muchas funciones y por
lo tanto es muy rentable, lo trataré primero que un contenido más sencillo y
que no sea tan polivalente.
3.
Necesidad del hablante
Naturalmente,
lo ideal es hermanar todos los criterios, puesto que todos son útiles y
válidos. Sin embargo, no olvidemos que estamos en un enfoque comunicativo, por
lo tanto, por encima de cualquier criterio, el que preside todo es el criterio
de las necesidades del hablante. Hay que privilegiar aquellos contenidos que
mejor satisfagan las necesidades comunicativas del hablante. Es por ello por lo
que generalmente comenzamos las clases con formas de saludos, despedidas y
presentaciones, ya que suelen ser las primeras necesidades comunicativas de los
alumnos.
¿Cómo suplir la ausencia de contenidos en el nivel
A?
Pero si
ya tienen que empezar a comunicarse con los recursos que se les da y el nivel A
tiene muchos menos contenidos gramaticales que el resto de los niveles. ¿Cómo
se puede suplir esa carencia y hacer que lleguen a comunicarse? Lo primero que
hay que entender es que en este nivel, la gramática está, pero muchas no de
forma explícita, sino que se enseña de forma implícita. Tengamos en cuenta que
la mayor parte de las funciones comunicativas son universales (no todas, porque
algunas dependen de cuestiones culturales): en todas las lenguas nos saludamos,
en todas expresamos nuestros sentimientos, nuestros gustos, y contamos lo que
estamos haciendo, lo que hemos hecho, lo que vamos a hacer… Lo interesante es
que se pueden lograr grandes objetivos con “pequeños” recursos.Sí que les tenemos que ofrecer recursos útiles, veraces y rentables (recordar las características de una gramática pedagógica). El problema que a veces se plantea es cómo transmitir una regla, cómo explicar una regla y que entiendan la explicación. Por supuesto que se pueden dar reglas sencillas y claras, pero no olvidemos que tienen que ser auténticas.
Un riesgo de este
nivel es crear reglas “ad hoc”, sumamente simplificadas, que luego se
contradicen con la regla más amplia que vamos a proporcionar después. Hay una
idea bastante generalizada de que todo vale para este nivel mientras produzcan
lo que queremos que produzcan. Esto es sumamente peligroso, puesto que en su
interlengua van a crear una regla que luego, aunque queramos, difícilmente
podremos desmontar. Si ello no es posible o se convierte en algo excesivamente
complicado, no demos la regla, enseñemos la gramática “léxicamente”. Enseñar la gramática de forma
léxica, supone prescindir de una explicación gramatical y hacer que aprendan
los contenidos prácticamente como aprenden las entradas léxicas o el
vocabulario.
Bases para el análisis y el tratamiento de
la gramática en el nivel A, curso de formación de profesores del Instituto Cervantes.
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