Cuando
utilizamos la lengua para comunicarnos lo hacemos con unos objetivos que son los
que constituyen la función
comunicativa de los enunciados que emitimos. Estos enunciados, que no frases,
son el instrumento lingüístico del que nos servimos para el cumplimiento de la
función y reciben el nombre de exponentes.
Una misma función comunicativa puede efectuarse con diferentes exponentes funcionales dependiendo de la situación, el registro, el destinatario, etc. De
este modo, la función comunicativa pedir un objeto podría realizarse con
exponentes del tipo: ¿Me dejas el lápiz?
o no tengo con qué escribir…
Por otro lado, estos enunciados contienen una serie de conceptos que se expresan fundamentalmente a través del léxico y que denominamos nociones. Éstas pueden ser generales si aparecen frecuentemente para hablar de temas muy diferentes o específicas si se refieren a temas muy concretos. Así pues, funciones, exponentes y nociones se convierten, para los enfoques comunicativos, en unidades básicas en torno a la cual organizar la programación de unos contenidos que se gradúan y organizan en diferentes niveles de aprendizaje en función de las capacidades del alumno.
Por otro lado, estos enunciados contienen una serie de conceptos que se expresan fundamentalmente a través del léxico y que denominamos nociones. Éstas pueden ser generales si aparecen frecuentemente para hablar de temas muy diferentes o específicas si se refieren a temas muy concretos. Así pues, funciones, exponentes y nociones se convierten, para los enfoques comunicativos, en unidades básicas en torno a la cual organizar la programación de unos contenidos que se gradúan y organizan en diferentes niveles de aprendizaje en función de las capacidades del alumno.
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