El romanticismo
es un movimiento que nace en Alemania y se va a extender por
Europa a lo largo de la primera mitad del siglo XIX. A España va a
llegar con retraso y no va a imponerse hasta la muerte de Fernando
VII y el regreso de los exiliados liberales en los años 30. El
movimiento romántico va a reaccionar contra la concepción
neoclasicista del arte exaltando la libertad creadora del individuo.
La exaltación de la libertad y del yo del artista, el subjetivismo,
el idealismo, lo irracional, los sentimientos y las pasiones van a
situarse en un primer plano. El desprecio a las normas y la rebeldía;
la insatisfacción y el rechazo a realidad que no da encaje al mundo
interior del artista va a hacer que éste busque refugio en tiempos
pasados (Edad Media) o mundos remotos (lejano oriente). El amor,
concebido como fuerza irrefrenable e inalcanzable, y la naturaleza,
van a configurar entre la temática preferida por los autores
románticos. Va a producirse un extraordinario desarrollo de la
lírica como género que mejor refleja el ámbito de lo íntimo y la
libertad creadora del artista. Se van a poner de relieve las
peculiaridades nacionales, no obstante, es un periodo de reacción
contra el imperialismo napoleónico y de grandes revoluciones durante
las que se forman los Estados-Nación .
Del romanticismo
español conviene destacar, por un lado, una vertiente conservadora,
de carácter cristiano y patriótica, cuyo máximo representante fue
Zorrilla, autor del D. Juan Tenorio. Por otro, destacamos un
romanticismo liberal, que defiende las ideas de progreso y revolución
frente al orden establecido. Los autores más representativos de este
romanticismo revolucionario son: Espronceda, maestro del arte de
versificar, autor de El estudiante de
Salamanca, El
diablo mundo y de la celebérrima
Canción del pirata.
Y Larra, máximo exponente, además, de la prosa costumbrista,
maestro de la crítica y en el uso de la ironía (Colección de
artículos, Vuelva Usted mañana). Por último conviene destacar a
Bécquer como primer poeta moderno y paradigma de la lírica
romántica en sus Rimas, composiciones
breves, con una expresión sencilla pero muy emotiva, aunque también
sobresaliera como extraordinario prosista como demuestran sus
Leyendas.
El realismo
es una corriente literaria de origen francés que se desarrolla en la
segunda mitad del siglo XIX. Pretende la representación exacta de la
realidad a través de una observación minuciosa, precisa y objetiva
de la misma. A diferencia del autor romántico, que proyectaba su
visión subjetiva del mundo, el escritor realista observa lo que le
rodea con fidelidad de notario para reproducirla con la máxima
exactitud. Si la poesía fue el género preferido por los románticos,
durante el realismo va a experimentar un notable desarrollo el género
narrativo: la novela va a ser el reflejo de la sociedad de su época.
En el auge de la novela van a concurrir una serie de factores como el
triunfo de la sociedad burguesa e industrial y de una nueva
mentalidad pragmática preocupada por los problemas inmediatos,
alejada del idealismo y la fantasía de los románticos. También va
a influir el notable desarrollo de las ciencias experimentales, el
positivismo filosófico, la teoría evolucionista y la ideología
marxista.
El naturalismo
va a caracterizarse por aplicar a la novela procedimientos de la
ciencia experimental. El autor va a describir con imparcialidad los
comportamientos humanos, que van a estar determinados por el ambiente
social, la herencia biológica y el momento histórico. El narrador
se va a recrear en los aspectos más oscuros y sombríos de la
realidad, apreciandose no pocas veces deseos de crítica social.
La literatura
realista en España va a desarrollarse a partir de la prosa
costumbrista. La revolución del 68 también va a influir
decisivamente en el desarrollo de la narrativa española, ya que el
clima de inestabilidad política y confrontación ideológica va a
encontrar en la novela su campo de batalla ideal.
Entre las técnicas
narrativas podemos destacar el empleo del estilo indirecto libre y
del narrador omnisciente, la profundización psicológica de los
personajes y las descripciones minuciosas del ambiente en el que se
desarrolla la acción. Los temas más tratados van a ser: el amor en
el marco de una relación problemática, y el adulterio. La mujer:
gran parte de las obras llevan el nombre de personajes protagonistas
femeninas. También la oposición entre clericalismo y anticlericalismo; el
conflicto entre ciudad y campo; la política y las diferentes
realidades regionales. Todos va a ser tratados según la ideología
conservadora o liberal del autor.
Los autores más relevantes van a ser: Juan Valera, al margen de los conflictos
ideológicos de su tiempo, autor de Pepita Jiménez.
Clarín, autor de La Regenta,
tal vez, la obra que mejor refleja la sociedad española de la
Restauración borbónica. Benito Pérez Galdós, autor de una
extensa producción en la que se incluyen Episodios nacionales, una
serie de novelas de tesis (Doña
Perfecta), otro conjunto de novelas
naturalista (Fortunata y Jacinta)
y una última etapa de novelas espiritualistas. Emilia Pardo Bazán
va a ser la máximo exponente del naturalismo en España con Los
pazos de Ulloa y La
madre naturaleza.
La
Generación del 98 engloba a un grupo
de autores que lanzaron un grito de protesta contra el atraso secular
de España y que reaccionan contra la concepción realista del arte,
el racionalismo y la moral positivista burguesa de la segunda mitad
del s. XIX.
Presentan dos
preocupaciones:
1) El alma de
España.
Buscan una imagen de
España distinta de la consagrada por los tópicos. Intentan
desgranar su esencia a través del estudio del paisaje, la literatura
y la historia, pero desde una óptica diferente: el paisaje
castellano, la literatura medieval y la intrahistoria.
2) Resucitan las
inquietudes metafísicas de los autores románticos. Los
noventayochistas vuelven a plantearse la existencia como un problema.
Todos sienten la necesidad de resolver cuestiones que rebasan el área
de la realidad cotidiana y tangible.
Estilo y técnica:
Hay que destacar un fuerte subjetivismo que se traduce en estilos muy
personales. Un lenguaje sencillo en el que abundan arcaísmos, frases
vivas y expresivas. Prima el contenido frente a la forma. Expresión
de ideas o emociones que la realidad provoca en la intimidad del
autor.
Entre los
precursores de los autores del 98 podemos destacar a los
regeneracionistas, en especial al granadino Ángel Ganivet. Los
autores más destacados van a ser Azorín, Pío Baroja y Maeztu (el
grupo de Los Tres)
y la figura más representativa el vasco Miguel de Unamuno, autor de
Niebla y
San Manuel Bueno, Mártir.
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