Juan Valera fue el escritor
de mayor edad de los realistas españoles, probablemente también el más culto y
cosmopolita, debido a su condición de diplomático en importantes capitales. Su
postura profundamente liberal lo mantuvo al margen de los conflictos
ideológicos de la narrativa de su tiempo.
Estilo y obra
En sus obras ofrece
una imagen ideal y coherente del ser humano, por ello se aprecia una tendencia
a omitir los aspectos más desagradables de la sociedad. Por lo que respecta al estilo, Valera se decanta
por un lenguaje elegante y equilibrado aunque no exento de ironía, en el que a
menudo se advierte una actitud escéptica y distanciada respecto a sus personajes.
Sus obras más
importantes son:
Juanita la larga, en la que el autor plantea una relación amorosa
entre una joven y un caballero de mayor edad. Esa acertada aproximación a la
psicología femenina está presente ya en Doña Luz, donde se cuenta la historia de una dama que despierta el
interés de un virtuoso sacerdote.
Pero, sin duda, su obra más conocida es Pepita Jiménez, en la que narra con extraordinaria elegancia y sensibilidad el enamoramiento del joven seminarista Luis de Vargas de la prometida de su padre, la atractiva viuda que da título a la novela. La historia se resuelve con el triunfo del amor entre los jóvenes y la aceptación del padre. La originalidad de la obra radica en el tono epistolar, el cruce de puntos de vista y su estructura, en su conjunto muy cuidada. El autor nos presenta la obra como si se tratase de un manuscrito encontrado accidentalmente, subrayando el hecho de que ha cambiado los nombres de algunos de los protagonistas, aún vivos, un recurso ya conocido que contribuye a aportar verosimilitud a la obra. Los diferentes puntos de vista hacen de éste un relato rico y variado, que aparece dividido en tres partes bien diferenciadas: Cartas de mi sobrino, Paralipómenos y Cartas de mi hermano.
Pero, sin duda, su obra más conocida es Pepita Jiménez, en la que narra con extraordinaria elegancia y sensibilidad el enamoramiento del joven seminarista Luis de Vargas de la prometida de su padre, la atractiva viuda que da título a la novela. La historia se resuelve con el triunfo del amor entre los jóvenes y la aceptación del padre. La originalidad de la obra radica en el tono epistolar, el cruce de puntos de vista y su estructura, en su conjunto muy cuidada. El autor nos presenta la obra como si se tratase de un manuscrito encontrado accidentalmente, subrayando el hecho de que ha cambiado los nombres de algunos de los protagonistas, aún vivos, un recurso ya conocido que contribuye a aportar verosimilitud a la obra. Los diferentes puntos de vista hacen de éste un relato rico y variado, que aparece dividido en tres partes bien diferenciadas: Cartas de mi sobrino, Paralipómenos y Cartas de mi hermano.
Pepita Jiménez
Fragmento Parte I, Cartas
de mi sobrino, 22 de marzo.
[…] Hasta la edad de diez y seis años vivió Pepita
con su madre en la mayor estrechez, casi en la miseria.
Tenía un tío llamado D. Gumersindo […] No se sabe
cómo vivió; pero el caso es que vivió hasta la edad de ochenta años, ahorrando
sus rentas íntegras y haciendo crecer su capital por medio de préstamos muy
sobre seguro.
[…] D. Gumersindo, muy aseado y
cuidadoso de su persona, era un viejo que no inspiraba repugnancia. Las prendas
de su sencillo vestuario estaban algo raídas, pero sin una mancha y saltando de
limpias, aunque de tiempo inmemorial se le conocía la misma capa, el mismo
chaquetón y los mismos pantalones y chaleco. A veces se interrogaban en balde las gentes unas a otras a ver
si alguien le había visto estrenar una prenda.
Con todos estos defectos, que aquí y en otras
partes muchos consideran virtudes, aunque virtudes exageradas, D. Gumersindo
tenía excelentes cualidades: era afable, servicial, compasivo, y se desvivía
por complacer y ser útil a todo el mundo aunque le costase trabajo, desvelos y
fatiga, con tal de que no le costase un real. Alegre y amigo de chanzas y de
burlas, se hallaba en todas las reuniones y fiestas, cuando no eran a escote, y las regocijaba con la
amenidad de su trato y con su discreta aunque poco ática conversación. Nunca
había tenido inclinación alguna amorosa a una mujer determinada; pero
inocentemente, sin malicia, gustaba de todas y era el viejo más amigo de
requebrar a las muchachas y que más las hiciese reír que había en diez leguas a
la redonda.
Ya he dicho que era tío de la Pepita. Cuando
frisaba en los ochenta años, iba ella a cumplir los diez y seis. Él era
poderoso; ella pobre y desvalida.
[…] En tan angustiosa situación, empezó D.
Gumersindo a frecuentar la casa de Pepita y de su madre y a requebrar a Pepita
con más ahínco y persistencia que solía requebrar a otras. Era, con todo, tan
inverosímil y tan desatinado el suponer que un hombre, que había pasado ochenta
años sin querer casarse, pensase en tal locura cuando ya tenía un pie en
el sepulcro, que ni la madre de Pepita, ni Pepita mucho menos, sospecharon
jamás los en verdad atrevidos pensamientos de D. Gumersindo. Así es que un día
ambas se quedaron atónitas y pasmadas cuando, después de varios requiebros,
entre burlas y veras, D. Gumersindo soltó con la mayor formalidad y a boca de
jarro la siguiente categórica pregunta:
Pepita, aunque la pregunta venía después de mucha
broma, y pudiera tomarse por broma, y aunque inexperta de las cosas del mundo,
por cierto instinto adivinatorio que hay en las mujeres y sobre todo en las
mozas, por cándidas que sean, conoció que aquello iba por lo serio, se puso colorada como una guinda, y no contestó
nada. La madre contestó por ella:
-Niña, no seas mal criada; contesta a tu tío lo
que debes contestar: Tío, con mucho gusto; cuando Vd. quiera.
ACTIVIDADES
1. Resume brevemente el contenido del texto.
2. ¿Quién es el narrador? ¿A quién va dirigida la carta?
3. ¿A qué defecto de don Gumersindo se alude en el texto?
4. ¿Qué propuesta le hace don Gumersindo a Pepita? ¿Cómo reacciona la joven?
5. Explica la expresión amigo de requebrar a las muchachas
6. ¿Por qué está interesada la madre de Pepita en que su hija se case con don Gumersindo?
7. ¿A qué se debe el interés de don Luis por Pepita?
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