domingo, 5 de marzo de 2017

Jorge Manrique. Coplas a la muerte de su padre

Jorge Manrique es el autor de una de las obras más significativas de la lírica medieval en castellano  "Coplas a la muerte de su padre". Con ella el poeta quiso rendir tributo al que fue su padre y ejemplo en vida, El maestre don Rodrigo, e inmortalizando al héroe, se inmortalizó a sí mismo. 

La obra está formada por 40 composiciones de carácter elegíaco en la que se lamenta la inestabilidad de los bienes de la fortuna, la fugacidad de las vidas humanas y el poder igualatorio de la muerte. Para Manrique, la virtud personal es lo único que desafía al tiempo y al destino. Tras una reflexión filosófica con la esperanza de una vida futura, hace el elogio fúnebre de su padre. 

Estilísticamente no hay innovación formal en Manrique; tampoco aparecen cultismos ni neologismos, lo cual explica que todavía hoy sea muy legible. Tampoco es innovador desde el punto de vista de la métrica. El acentuado individualismo en la poesía de Manrique está más cercano al prerrenacimiento que a la Edad Media. Sus Coplas son típicas de un período de tránsito entre el fin del mundo medieval y el comienzo del renacentista.

Jorge Manrique nos ofrece en sus Coplas una serena meditación impregnada de un sentimiento hondo y sincero, no exento de melancolía, del paso del tiempo, la caducidad de todas las glorias y bienes mundanos, la inestabilidad de la fortuna y la fuerza igualitaria de la muerte que no respeta poderes ni riquezas. Pero al mismo tiempo se exalta los bienes que resisten el paso del tiempo, la inestabilidad de la fortuna y el poder destructor de la muerte. Son las virtudes que nos abren las puertas de la eternidad, conquistada con el ejercicio de una vida cristiana ejemplar. Así el hombre puede desafiar al tiempo como lo hizo su padre don Rodrigo Manrique.

El poema está formado por 40 coplas de pie quebrado, estrofa que puede ofrecer variadas combinaciones. Las Coplas están compuestas en la doble sextilla octosílaba, cuyos versos se reparten en dos semiestrofas iguales con terminación quebrada en cada una de ellas y con tres rimas consonantes correlativas, abc : abc. Son por tanto estrofas de doce versos, teniendo en cada sextilla el 1º, 2º, 4º y 5º octosílabos, y los versos 3º y 6º tetrasílabos. Su fórmula métrica es por tanto: 8a 8b 4c 8a 8b 4c; 8d 8e 4f 8d 8e 4f:  Adquirió su mayor difusión con Jorge Manrique, por lo que ha pasado a denominarse "copla manriqueña". Los versos de pie quebrado producen, por su brevedad, un efecto acústico de eco y otorgan al conjunto musicalidad y armonía.

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Si bien existen diversos intentos para dividir temáticamente las coplas, la más frecuente es la DIVISIÓN TRIPARTITA (recordemos que el 3 es un nº clave para la numerología medieval). La más repetida es la que propuso Pedro Salinas: de lo más general a lo más particular:

1) COPLA I-XIII: es la parte más filosófica. Se inicia el poema con unas consideraciones de tipo general en torno a la fugacidad de la vida terrenal y la inestabilidad de las cosas mundanas.

2) COPLA XIV-XXIV: ejemplificación de los puntos anteriores. Alude a otro tipo de vida menos efímera: la vida de la fama y la ilustra con un lúcido y solemne desfile procesional de muertos ilustres perfectamente jerarquizado: a la cabeza el rey don Juan y detrás toda la corte de grandes señores.

3) COPLA XXV-XL: Introduce el tercer tipo de vida, la que triunfa sobre las otras dos: la vida eterna, ejemplificada en Don Rodrigo Manrique. Aquí se produce la individualización del tema del poema: la muerte. Finaliza pues, con el elogio particular de don Rodrigo (esta parte se inscribe dentro de la tradición literaria del panegírico de héroes y soberanos) y el diálogo que mantiene con la muerte, tras el cual viene la aceptación, la oración final y el paso definitivo.

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Técnicas y estilo
Manrique renuncia al clasicismo de moda en su momento. Otros poetas como Mena y Santillana pretendían imitar a los grandes autores latinos, pero partiendo de la doctrina medieval que exaltaba la dificultad y el artificio. Manrique rechaza esa lengua poética y el verso de arte mayor y se decanta por el octosílabo, un verso más corto y más libre, al que la tradición había asignado un tono mucho menos elevado. En este sentido elige un estilo que los predicadores denominaban sermo humilis (discurso humilde), claro y accesible.

También desecha los numerosísimos cultismos léxicos de los que habían abusado sus antecesores. Sólo admite los que ya habían arraigado en castellano como ficciones, senectud o juventud.
Por otro lado, no recurre a la sintaxis latina y apuesta por el orden natural, sólo introduce leves hipérbatos por necesidades de la rima. No abusa de las figuras de repetición que pudieran hacer el texto más oscuro y, por el contrario, usa a menudo construcciones orales de origen popular.
Las Coplas presentan una perfecta coordinación y coherencia que comienza desde el principio con las expresiones exhortativas que por un lado responden a una actitud propia del sermón para advertir a alguien sobre algo y por otro lado sirven para implicar al lector.  

 Hay una continuidad en imágenes y metáforas como la imagen de la vida como río y la muerte como mar. Estas se continúan en metáforas: partir = nacer, andar = vivir, llegar = morir.
Hay paralelismos y antítesis a través de los cuales se va desenvolviendo el razonamiento: vida / muerte, placer / dolor, presente / pasado, cielo / suelo, corporal / angelical,...
En cuanto al estilo, es sobrio, sereno, sin estridencias. La estrofa puede estar en función de este propósito de contención, de equilibrio y a la vez de sonoridad.

Resultado de imagen de danzas de la muerte

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.




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